3. oct., 2022

Ese par

Nunca lo quise admitir, pero éramos ese par, ese par que se ama tanto como se odia, ambos sabemos que es cierto, que no importa cuánto tiempo nos alejemos, siempre volvemos a la misma cama, a la misma tortura. Podría creer que tenemos una fuerte dependencia hacía el otro, pero prefiero creer que él y yo nos atraemos por el amor, la pasión, el deseo, conexión, o simplemente somos ese par que no se quiere dejar ir.

Pero seamos realistas, ¿quién está preparado para dejar ir al amor de su vida? fácil, nadie lo está, nadie está preparado para dejar ir a su par, a su mitad, a su mejor y más grande amor. Y seré honesta, para este punto de nuestra relación, o lo que sea que haya quedado de nosotros después de separarnos, ya perdí la cuenta de las veces que desee marcharme de tu vida, no por falta de amor o de ganas, más bien por amor hacía ambos, porque hay un punto donde ser ese par nos empieza a liquidar.

Pero de la misma manera que perdí la cuenta de las veces que quise marcharme, también perdí la cuenta de los besos, las risas, peleas, orgasmos, gritos, llantos, dramas, tal vez era nuestra poca madurez o gran deseo por el otro, que nos llevaba de gritarnos a follarnos, y me hacía perder la cuenta, porque después de hacer el amor ¿quién se acuerda de esas cosas? nadie, nadie se acuerda de cómo llegamos al sexo de reconciliación, solo sabemos que es asombroso, sobre todo con la persona que amas.

Así que lo entendí, mientras él estuviera a mi lado para ser mi par, jamás podría abrir los ojos por completo para ver cómo la persona a la que amaba, era la misma que me estaba matando poco a poco, porque mientras él estuviera para recitar su discurso de “como yo era el amor de su vida y tenía que perdonarle todas sus acciones que me llevaba a mi destrucción” yo jamás podría salir de esa tortura, yo jamás podría avanzar, yo jamás podría encontrar a mi verdadero par.